El concepto de start-up está muy de moda en los últimos años, pero la realidad es muchas veces acuñamos este concepto a empresas que acaban de nacer y que no son en ningún caso start-ups.
La start-up se define como empresa emergente, generalmente de base tecnológica que está naciendo y tiene una gran capacidad para hacer cambios en su estructura y procesos para comprobar la viabilidad de la idea. Por eso ¿Cuando deja una start-up de ser una start-up? Es una respuesta complicada.
Pero quizás un ejemplo lo podemos encontrar en el sector eléctrico español. Empresas como Lucera, HolaLuz o SomEnergia apuestan por cambiar el panorama energético en España y podemos ver ejemplos de lo que comentábamos.
El primer ejemplo el de Lucera es el de la start-up. Un negocio de base tecnológica, que se apoya en la tecnología para ofrecer un servicio personalizado a sus clientes y con la promesa del ahorro en la factura de la luz. Pero también a los no clientes a través de su calculadora de consumo eléctrico les hacen ver las posibilidades de ahorro con esta start-up. Este es un caso de start-up porque es un proyecto que aún está testeando su modelo, que cobra la energía a precio de coste +3.9€ al mes como único beneficio.
El caso de HolaLuz podría decirse que es el modelo de start-up que valida su modelo y crece hasta convertirse en empresa. Mientras que SomEnergía es la alternativa cooperativista, que aunque no ha sido start-up ha conseguido el éxito con otro modelo empresarial en el que el cliente es ‘dueño’ de parte de esa inversión en renovables, formando parte de la ‘empresa’ (más bien, cooperativa).
En lo que coinciden todas estas nuevas eléctricas y sus nuevos modelos de negocio es en la comercialización de energía renovable, energía verde. Éste es sin duda el factor diferenciador más grande, como start-up o negocio moderno que reta a las grandes compañías, la conciencia social y responsabilidad con el medio es importante. Además es un motivo de cambio más para los clientes.
