¿Hacia dónde tiene las miras este febrero Francesc Robert Ribes? Como cualquiera que mínimamente trabaje en economía y en el mundo de los negocios, es obligatorio pasar los últimos días de febrero en Barcelona a colación del MWC.
Y eso que ni siquiera tengo entrada ni me dedico al mundo de las telecomunicaciones, pero un evento que concentra a los mayores CEOs del planeta es un hervidero para el mundo de los negocios que ya se sabe… A río revuelto, ganancia de pescadores.
Este es uno de los principales motivos por el que el Mobile WorldCongress es mucho más que el lugar donde Apple, Samsung, Huawei, etc., presentan sus últimos modelos, pero no el único. ¿Por qué quienes nos dedicamos al mundo de los negocios debemos marcar en rojo esta fecha en el calendario?
El lugar en mayúsculas para el networking
Insisto: ni tengo entrada ni interés por conocer cuál va a ser el siguiente movimiento de la batalla Samsung – Apple, pero sí que tengo mi reserva de hotel para estos días (a precio de caviar iraní por cierto) desde hace meses y reservado en algunos de mis restaurantes favoritos de Barcelona.
¿Y cuál es la razón para ello? Soy autónomo y me muevo mediante contactos. Contactos que cuanto más alto apunten, más proyección y mayor seguridad tanto financiera como laboral me aportan.
No es que mis movimientos habituales se asemejen al Lobo de Wall Street, pero sí que presentándome aquí y allá con mi agenda y portafolio, puedo cuanto menos detectar dónde están los nichos a explorar el resto del año.
Por otra parte a estos eventos no se asiste sólo ni como un comercial repartiendo tarjetas, sino que se va con un grupo de viejos conocidos (y por conocer) y de amigos con los que cuanto menos pasas buenos momentos y haces repaso del año que ha pasado desde que no os veis.
Un ecosistema propicio para el aprendizaje
Que no asista a la Fira Barcelona de Gran Vía no quiere decir que no asista a los eventos del MWC. Desde hace unos años, paralelamente a este gran evento se viene celebrando otros tantos en Fira Montjuïc y en otros puntos de la ciudad destinado a los negocios, a la inversión y a charlas de grandes empresarios y comunicadores que dan una perspectiva más que interesante del sector y cuentan algún que otro “secretillo” que en otros ambientes de congresos no se suelen escapar.
Por otra parte muchos de los grandes negocios y de las mejores conversaciones no se tienen en un auditorio, sino en la barra de un bar o en la mesa de un buen restaurante. En ambientes mucho más relajados que los de un escenario frente a miles de asistentes expectantes a lo que digas, a lo que calles y a lo que puedas contar.
Por esta razón, aunque tu tarjeta de contacto no acabe en el bolsillo de un “pez gordo”, resulta muy interesante asistir estos días por simplemente escuchar y por aprender de los mejores.
Un barómetro para el resto del año
Por último, la importancia de asistir con los oídos bien abiertos a este evento reside en que gracias a esos “secretillos”, a esas conversaciones que se deslizan sin guion previo, algunos privilegiados pueden conseguir información de primera mano de hacia dónde se dirige el mercado y de los siguientes pasos de las grandes compañías. Conocimiento que no sale del círculo en el que se comparte y que no tiene su reflejo hasta meses y meses después de haberse gestado en este magnánimo evento.
Gracias a estas informaciones, por ejemplo, pude evitar sustanciosas pérdidas de mi cartera de inversión y la de algunos clientes en la sonada crisis que sufrió Samsung con sus dispositivos defectuosos. En aquel año, en una de estas cenas se comentó casi de pasada que el nerviosismo con el que la empresa coreana estaba llevando su competencia por llegar antes al público que el nuevo iPhone, podía llevarla a cometer errores sustanciales.
Igualmente se advirtió que los de Cupertino no es que se mantuvieran tranquilos en esta competición, por lo que se nos recomendó que si teníamos inversiones en estos gigantes que pudieran peligrar, las deriváramos puesto que era probable que alguna de las dos compañías hiciera un movimiento en falso… El resto forma parte de la historia.